lunes, 5 de marzo de 2012

Erase una vez... Õde y la lente mágica




Õde (enfermera en estonio) era una niña de 6 años, despierta viva, con los ojos siempre abiertos a la expectativa de que algo interesante penetrase por su cristalino. Õde siempre estaba pensando en explorar, en descubrir nuevas cosas, en aprender.

Para su hermana mayor, Maha (apagado en estonio), esto era una actitud patológica y la increpaba constantemente por preguntar a cada paso:

-         “Maha ¿que es esto?, Maha ¿para qué sirve esto otro?, Maha ¿por qué esto es así?

“Las preguntas son la semilla del conocimiento” (Francis Bacon)


Maha tenía 15 años, estaba empezando a formar parte del mundo de los mayores (como decía Õde), y a perder la ilusión por jugar, probar, experimentar…

-         Õde, no puedes vivir siempre en tu mundo de fantasía, las cosas son como son… (Contestaba Maha)

A lo que Õde replicaba:

-         Maha, mi mundo no es un mundo de fantasía, es mi mundo, el que yo vivo, para mí es real.

” No importa lo que es, importa lo que ves”
(Alfred Korzybski)

Cansada de que su hermana no pudiese ver, o al menos respetar las cosas que ella veía, Õde decidió pedir ayuda a Valgus (luz en estonio), el óptico que cada seis meses revisaba la vista de Õde para controlar su astigmatismo.

-         Valgus, tengo un problema, dijo Õde con tristeza. No se si el astigmatismo está haciendo que yo vea cosas raras o es que mi hermana Maha se está quedando ciega.

“[…] Hay defectos, enfermedades, y trastornos que pueden desempeñar un papel paradójico, revelando capacidades, desarrollos, evoluciones, formas de vida latentes que podrían no ser vistos nunca, o ni siquiera imaginados en ausencia de aquellos”. (Oliver Sacks, 1995)

Valgus, escuchó con paciencia la historia de Õde  y, tras acabar ésta, se quedó pensando con una actitud muy seria y preocupada. Õde esperaba ansiosa una solución al problema de su hermana, casi sin poder moverse y mirando fijamente a Valgus, esperó hasta que éste dio un respingo en su sillón.

-         ¡Ya lo tengo!

Rápidamente valgus marchó a la trastienda.
Õde, desde su asiento rotatorio, podía oír el “cacharreo” que Valgus se traía entre manos.
Al cabo de unos largos minutos, Valgus salió con una lente amarilla redonda y grande, de culo de botella. Tal era el tamaño del ojo aumentado de Valgus a través de la lente que Õde se asustó al ver las venillas de la conjuntiva del tamaño de una autopista.

-         Aquí está Õde, esta es la solución.

-         ¿Qué es eso?_preguntó sorprendida Õde.

-         Es una lente especial, se ven pocas y las que hay, están muy cotizadas, ¡hemos tenido suerte! El cristal está construido a partir de sustancias etéreas que sólo los antiguos druidas consiguieron capturar y aislar para fundirlas en cristal. Hablan de ciertas esencias como la empatía, la capacidad de escucha, la subjetividad… algo que resulta intangible… complicado de reproducir.

-         ¿Y para qué sirve?_ continuó Õde (en su dinámica habitual de preguntar constantemente).

-         Esta lente tiene la capacidad de hacernos ver, según la atravesamos con nuestra mirada, las interpretaciones que aquellos a los que miramos tienen del mundo, de la realidad, de aquello que nos rodea…Es lo que algunos de estos sabios druidas (Max Weber) llamaron “verstehen”. 

-         Ohhh, exclamó Õde eso es perfecto… lo que ocurre es que es demasiado grande, yo no se si mi hermana va a querer ponérsela_ añadió en un tono triste.

-         No te preocupes por el tamaño Õde, esta es una lente especial. Bastará con que tu hermana comience a ponerse la lente para que esta se vaya ajustando poco a poco a sus ojos como si de unas lentillas se tratase… solo tiene que atreverse a mirar a través de ella y darse un poco de tiempo. Al principio la costará adaptarse… date cuenta que ella está acostumbrada a que su mirada le muestre la realidad de otro modo… romper con aquello a lo que estamos acostumbrados es difícil, pero conseguirá adaptarse.

-         Gracias Valgus (respondió emocionada Õde_ mientras salía corriendo a través del vestidor de la óptica).

“Quienquiera que esté buscando al ser humano, primero tiene que encontrar la linterna”
(Buitendijk FJJ; en Van Manan M, 2003)

Õde corrió sin parar hasta llegar a casa en busca de Maha. Al llegar a su habitación le cogió de la mano y tiró de ella casi arrastrándola hasta sacarla al patio frente al seto que finalizaba en el viejo roble.

-         Ponte esto y mira hacia el seto.

-         Estas loca Õde, no te das cuenta de que estaba concentrada con los ejercicios de física… déjate de jueguecitos… además, me has hecho daño en la muñeca.

-         Ponte esto y mira hacia el seto_ repitió con insistencia Õde.

Con un gesto cargado de ira, Maha arrancó la lente de la mano de Õde y se la colocó en los ojos.

-         ¿Y que se supone que debo de ver?_ preguntó burnolamente Maha.

-         ¡¡¡La puerta amarilla!!!_ Exclamó enérgicamente Õde

-         Déjate de tonterías… es sólo un pelado en el seto _ protestó Maha bajando poco el poco el tono de su voz hasta reorientar la posición de sus labios y boca en un OHH de sorpresa_ tienes razón… ¿estuvo siempre ahí?

-         Ya te lo decía _ respondió Õde satisfecha_ ¿Te apetece conocer mi mundo?

A Maha le costó reconocerlo, pero finalmente accedió con una sonrisa medio dibujada en la cara.

-         Acepto_ contestó mientras alargaba su mano hacia la de Õde con la intención de cerrar el trato.

En los días sucesivos, Maha paseó de la mano de Õde hasta que, más o menos, las lentes se adaptaron a sus ojos y sus ojos se adaptaron a la nueva forma de percibir la realidad.

Cuando Maha paseaba con Õde, podía percibir el mundo tal y como lo hacía Õde. Así, Maha consiguió entender porque a Õde le encantaba pegar la cara al cristal helado del coche todas las mañanas cuando su madre les llevaba al colegio, correr detrás de las palomas hasta hacerlas volar despavoridas, sumergirse en el agua de la bañera conteniendo la respiración hasta no poder más contando los segundos de inmersión, observar las telas de araña a la luz de la farola…


“Apoyar la cara sobre el cristal me hace experimentar la frescura de la mañana… sentir el frío húmedo de la ventana me hace sentir que estoy viva, que estoy despierta, que comienza un nuevo día y que yo estoy ahí para disfrutarlo… burlándome de todo lo que hay detrás del cristal”.

“Correr detrás de las palomas hasta hacerlas volar hace que sienta que vuelo detrás de ellas, libre, lejos, hasta el cielo… para poder llegar a tocar las estrellas. Me hace sentir que puedo llegar tan alto como quiera…”.

”Bucear en la bañera, y retener la respiración hasta no poder más me ayuda a entender que tengo mis limitaciones pero que puedo trabajar para extender estos límites… oír los ruidos del exterior desde dentro del agua me hace experimentar una sensación de aislamiento que me ayuda a navegar hacia mi interior, a sentirme, a explorarme”.

“Observar la tela de araña me hace reflexionar sobre las visiones tan diferentes que podemos tener de algo en función del posicionamiento que tengamos ante él. Así la tela de araña es, para mí, algo bello al mismo tiempo que frágil, mientras que para una mosca es una trampa mortal”.


Cuando Maha se hubo acostumbrado a las lentes, Õde, siguiendo las recomendaciones de Valgus, le animó a que caminase sin su ayuda explorando aquellos senderos que más la gustasen o por los que más curiosidad sintiera.
Maha siguió el sendero hacia la playa.

Todos los días, al volver de las clases de danza Maha se adentraba por él hasta llegar a la arena, respiraba la brisa del mar al atardecer y volvía sobre sus pasos, de nuevo hacia casa, para terminar la jornada diaria.

Durante el recorrido de ese camino, Maha siempre solía coincidir con los mismos INDIVIDUOS a los que saludaba, sin más, mientras hacia algún comentario para sí misma sobre las tonterías que le da a la gente por hacer. En esta ocasión, el paseo fue especial. Según Maha miraba a aquellas PERSONAS con las que se cruzaba, era capaz de comprender el por qué de sus actividades rutinarias, casi estereotipadas.

“Individuo” constituye  principalmente un término biológico que sirve para clasificar árboles, caballos, hombres o mujeres… mientras que el término “persona” se refiere a la singularidad de cada ser humano. “En tanto que personas somos incomparables, inclasificables, incontables, e irreemplazables”.
(Auden WH; en Van Manen M, 2003)

Así Maha se cruzó con la abuelita que recogía moras verdes, con el pescador que pescaba sin anzuelo, y con Pedro (su compañero de clase) haciendo la “garza” sobre un mástil del cercado.
Con solo fijar su mirada en ellos, Maha comprendió que:


“Recoger las moras verdes ayudaba a la abuelita a trabajar la manipulación fina que poco a poco iba perdiendo tras ser diagnosticada de un Parkinson. Cuando Maha lo comprendió se acercó a ella y con gran sensibilidad cogió sus manos. El tacto suave y caliente de las manos de Maha sobre las de la abuelita hizo que estas dejaran de temblar. Maha pudo entonces sentir la paz y el comfort que aquella mujer estaba experimentando.  No hicieron falta palabras. Maha limpio los puntos de sangre que emergían de los pequeños pinchazos del zarzal y cubrió las manos de la abuelita con unos mitones de cachemir que le había regalado su tía por Navidad. Se despidió de ella con una mirada”.

“Trabajar el equilibrio sobre una pierna encima del mástil del cercado era la estrategia que Pedro utilizaba para trabajar la integración de su prótesis como parte de su cuerpo. Dejar que el viento le azotara hasta el límite de hacerle caer al mismo tiempo que trataba de mantenerse erguido como una garza le facilitaba el concentrar todos sus sentidos en la percepción de su muñón y en la visualización de la prótesis como una continuación del mismo. Al comprender la acción de Pedro, Maha se subió al mástil contiguo e hizo la garza extendiendo los brazos perpendicularmente al cuerpo hasta rozar con sus dedos los dedos de Pedro. Cuando un golpe de viento les tiró, se levantaron juntos y caminaron de la mano hacia la orilla del mar, se descalzaron y dejaron que el agua mojara sus pies”.


Al llegar hasta la orilla de la playa, Maha se miró a sí misma, y comprendió, por primera vez, por qué sentía la necesidad de llegar todos los días hasta este lugar y mirar al mar.

De vuelta en casa Maha subió a su habitación a terminar algunos ejercicios de física para la clase del día siguiente. Al comenzar con el primer problema se percató de que, en esta ocasión, durante su paseo hasta la playa, no había prestado atención a la intensidad del estruendo con la que las olas chocaban en la roca (mientras intentaba calcular la fuerza estimada de la erosión del agua sobre la piedra), ni la velocidad con la que la marea subía (según avanzaban los minutos en el reloj), ni la hora exacta en que el sol se perdía en el horizonte…

Sintió una gran sensación de ansiedad, no podía ser, ¿dónde estaba la Maha indagadora en busca de una explicación para cualquier fenómeno natural? Se echó las manos a la cabeza, y según se restregaba los ojos percibió el olor a mora verde… sin saber muy bien porqué se tranquilizó, respiró y continuó con sus ejercicios.

“It is not so important the lumber of breathings per minute you do but the lumber of times you get out of breathing in your life”
(Anónimo)

Al cabo de unas semanas, Õde y Maha fueron a ver a Valgus.

-         Hola Õde, hola Maha, ¿qué tal ha ido la aventura? Contadme.

-         Ohhh, valgus, conseguí que Maha viera la puerta amarilla en el seto, y que comprendiese todas esas cosas de mí que antes no entendía_ contestó Õde emocionada.

-         ¿Maha…?_ prosiguió Valgus mientras giraba la cabeza en sentido ascendente buscando una respuesta  interesante.

-         Ohhh, Valgus, no tengo palabras para describir la experiencia de estos días, solo cabe deciros gracias. Gracias Õde, gracias Valgus, por mostrarme otra forma de acercarme al mundo y de acceder al conocimiento del mismo… creo que, a partir de ahora, no seré la misma Maha, ciega a la subjetividad del otro…   Sin embargo Valgus, y a pesar de todo lo extraordinario de la experiencia, echo de menos el poder también tener la visión del mundo que antes percibía… supongo que ambas miradas, resultan al final necesarias… dependiendo de qué es aquello que en un momento u otro me cuestione y a lo que quiera dar respuesta.

Al oír este ultimo comentario Õde comenzó a sollozar.

-         No entiendo nada Maha, yo creía que…

-         Õde tu me has enseñado, que hay que estar abierto a las posibilidades, la complejidad del día a día, del vivir, hace que, a veces, nos tengamos que poner unas lentes y otras veces otras… mira a la abuela que lleva colgadas dos gafas al cuello y como las baila trenzando los cordones hasta no poder desligar la una de con la otra. Para entender y conocer ciertos aspectos de la vida tu lente mágica es perfecta, pero para acceder al descubrimiento y comprensión de otros fenómenos, creo que la otra mirada es más apropiada… ¡¡¡la combinación de ambas es la clave!!!!

-         Bravo Maha, exclamo Valgus, has dado exactamente en el centro de la diana. Bravo Õde, con el tiempo entenderás el logro de tu aventura.


Y COLORÍN COLORADO….

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